Capítulo 10: Confesión

Muy buenos días, tardes o noches, queridos lectores ^^ Sentimos mucho no haber publicado durante muuuuuuuucho tiempo. Pero es que estábamos hasta arriba de exámenes y no teníamos tiempo para publicar. También aprovechamos para deciros que tenemos escritos los capítulos 11, 12 y 13, que subiremos pronto.
Esperemos que os guste este capítulo, y que comentéis para hacernos saber vuestra opinión. Si no tenéis cuenta de Google, podéis hacerlo como Anónimo, dejando vuestro nombre, inicial o apodo.
Y ahora, ¡a leer! :D

Saludos de Viveca, Angie y Eileen.





La clase de Filosofía se me está haciendo eterna. Miro por el rabillo del ojo a Liam, y veo que me mira él también.Me sonríe, y yo se la devuelvo lo más encantadora que puedo.
-Qué muermazo - me dice Liam, acercándose a mí. Pone su brazo derecho en el respaldo de mi silla, y noto como me acaricia el pelo.
Giro la cabeza hacia a él, y me pregunta, alzando las cejas:
-¿Te molesta?
-No. Me relaja.
Vuelve a tocarme el pelo y cierro los ojos durante tres segundos.
No pensé que este chico, que lo conozco desde hace un mes y poco, me pudiera gustar más. Pero cada día se supera en ser adorable y hace que las mariposas de mí estomago aumenten.

Suena el timbre que indica el final de la clase, y antes de que empecemos a recoger, el señor Parsley añade:
-¡Ah! Teneís que hacer un trabajo de 500 palabras sobre los filósofos de la antigua Grecia.
Yo suspiro, y pregunto:
-¿De cuántas personas?
-De dos, podeís elegirlas vosotros como queráis.
Recojo mis cosas y Liam ya me está esperando.
-¿Lo hacemos juntos? El  trabajo, digo - Río, y el sonríe.
-Claro.
Salimos de clase y antes de que cada uno se vaya a su respectiva clase, me coje de la mano y me la acarícia.
-Hasta luego
-Hasta luego - respondo, sonrojándome.
Entro en la clase de Español, y antes de sentarme en la silla, una voz aguda y dulce me empieza a hacer todo tipo de preguntas:
-¿Qué ha sido eso? ¿Por qué ha hecho eso? ¿¡Cuándo ha pasado algo para que lo hiciera!?
Cómo no, es Angie.
-Eh, relájate. Se supone que soy yo la que tendría que estar eufórica.
-¿Y por quñe no lo estás?
-No me quedan fuerzas para eso. No sé, pero... es como si todo mi cuerpo se relajara cuando está cerca - respondo.
-Oh, qué monos. Sois perfectos, ¿sabes? Pero todavía no me has contado por qué lo ha hecho, así que va.
-Bueno, me llamó anoche y... - Le cuento toda nuestra conversación, mientras esperamos a que venga la Sra. García.
-¿¡Enserio!? No me jodas... Yo sé por qué hizo eso, lo de llamarte y tal - contesta, cuando termino.
-¿Por...?
-Bueno, no; no te lo voy a decir. Pregúntaselo tú a él mejor - responde, con una media sonrisa, riendo por lo bajo. Yo suspiro y ruedo los ojos.
La profesora entra y empieza sus explicaciones. Hoy toca aprenderse los verbos, que es lo más difícil (creo yo) que hay en el Español.
Suena el timbre y todos nos apresuramos a recoger. Es la hora del almuerzo. Espero a que Angie acabe, porque yo he guardado mis cosas bastante más rápido que los humanos.
Cuando salgo, Liam ya está allí, esperándome.
-Hola - le digo.
-Hola.
Caminamos los tres juntos hacia la cafetería, y vemos que Derek, Eileen, Mary y Lis ya están allí.
Eileen y Derek siguen sin "hablarse". Parece que están molestos el uno con el otro, pero se dicen alguna que otra cosa.
-Liam, ¿qué les pasa? ¿No se habían reconciliado? - le pregunto.
-No, que va. Siguen mal. Aunque tampoco sé mucho, Derek ha decidido no hablarme.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Por lo de esta mañana.
-¿Porque me has cojido de la mano? Pero... ¿le gusto de verdad, no era solo para poner celosa a Eileen? - pregunto sorprendida.
-Eso parece... Al final resulta que sí sentía algo por ti. ¿Y tú?
-Tranquilo, mis sentimientos siguen siendo los mismos; sigo queriendo a la misma persona - le respondo, apoyando mi cabeza en su hombro derecho.
Nos sentamos juntos en la mesa, yo entre Eileen y Liam.
-¿Cómo estás, Eileen? - le pregunto.
-Bien, gracias. Pero estaré mejor mañana, cuando vayamos a la ciudad de compras.
Angie, ella y yo reímos. Estoy muy ilusionada, ¡por fín una salida de amigas!
-Ah, chicas - les digo, recordando una cosa -; casi se me olvida. ¿Os importaría que mi hermana viniera con nosatras?
-Ah, no. A mí no me importa. ¡Es majísima! - contesta Angie.
-¿Cuántos años tiene? - me pregunta.
-Veinticuatro.
-Bueno, está bien.
Genial. Al principio no sabía qué decir, ya que en realidad tiene 20. Pero al decirle a Angie que acababa de terminar una carrera, es más coherente decir 24, aunque aparente menos.
-¿Tienes una hermana? - pregunta Liam.
-Sí. Bueno, dos.Un hermano, también. Aunque no son biológicos, mis padres lo adoptaron a él antes de que yo naciera. La familia de él se iba de vacaciones, y ella, que es su mujer, los acompañaba. Ellos fueron los únicos que salieron vivos. Pero ahora son muy felices. Desde aquel accidente se enamoraron cada día más y hace seis años se casaron - respondo, y él asiente, interesado -. Por eso para mí Nicole también es como mi hermana, y la llamo así.
-Ah.
-¿Y tú? ¿Tienes hermanos?
-No, vivo con mi madre y con mi tío.
Yo asiento con la cabeza, y me termino de comer mi manzana. Después de un rato, antes de que acabe la hora del almuerzo, Liam me pregunta?
-Oye ¿vienes esta tarde a mi casa? Así hacemos el trabajo.
-¿A tu casa? ¿Esta tarde?
-Sí. Bueno, cuanto antes acabemos el trabajo, más nota nos pondrá.
-¿Pone más nota si lo entregamos antes?
-Sí - responde -. Por el esfuerzo e interés.
-Ah, vale. Pues iré. ¿A qué hora?
-Cuando tú quieras. Si te parece bien, a las siete.
-Vale, perfecto.


Por fín se acaban las clases. Liam y yo salimos hacia el exterior, riendo, con toda la tropa detrás nuestra. Llegamos al aparcamiento. Mary, Lis, y Adam se van; nos quedamos Derek, Angie, Eileen, Liam y yo.
Veo a lo lejos un coche de lujo rojo. ¿Qué? No puede ser, yo había venido andando al instituto, mi coche no funcionaba.
Se acerca poco a poco, hasta que se para en la entrada.
-Esperad aquí, voy a ver una cosa - les digo; pero al dar cuatro pasos, un chico rubio, de ojos color dorado oscuro, sale del coche.
Sonríe al verme, y se acerca andando.
-¡Ryan! - digo.
-Hola, cielo - me contesta, abrazándome, y dándome un beso en la frente.
-¿Qué haces aquí?
-Bueno, me han dicho que el motor de tu coche no funcionaba, así que me he pasado toda la mañana arreglándolo.
-No hacía falta... - le digo, y le sonrío -. Aunque gracias, ya no tendré que irme andando - Me giro hacia mis amigos, que me miran curiosos -. Ah, chicos, este es mi hermano, Ryan.
Miro a Liam, que tenía el ceño fruncido; ahora parece más relajado.
-Hola - saludan todos.
Se estrechan las manos entre ellos. Me da miedo que haga eso. Con su poder de saber qué intenciones tuvieron, tienen y tendrán, pueden averiguarlo casi todo.
-Bueno, será mejor que nos vayamos. Tu madre y Nicole te esperan - dice Ryan.
-Vale. Adiós - les digo a todos. Después me dirijo, con una sonrisa, a Liam -. Nos vemos esta tarde.
-Hasta luego - contesta, devolviéndome la sonrisa.
Oímos como Angie y Eileen susurran entre ellas.
-Joder, qué bueno está su hermano.
-Es una pena que esté casado. ¡Es guapísimo! - dice Angie. Veo por el rabillo del ojo cómo Ryan se ríe, y le doy un codazo.
Entramos en el coche, y me siento donde el copiloto.
-Qué majas, tus amigas - dice, cuando cierra la puerta.
-Cállate.
-Pero el más simpático es el chico ese de los ojos azules. ¿Cómo se llama?
-¿A tí que te importa?
-Hombre, como futuro novio tuyo que será, tengo que saberlo. ¡Tendré un cuñado!
A esto me refería con que puede adivinar todo lo que pasará con la persona a la que toca. Niego con la cabeza, despejando mis ideas, y le miro.
-¿Qué has dicho? - pregunto.
-He visto sus intenciones. Por lo que he leído, le gustas. Y mucho.
-Odio tu poder - contesto, como si fuera un insulto.
-El tuyo es peor. ¡Controladora!
Le saco la lengua, y sonrío.
-¿También te gusta él? - me pregunta.
-Ugh, qué cotilla eres.
-¡Dímelo! Por favor - Hace un puchero y pestañea rápido. Con esa cara tan adorable no hay quien le niegue nada.
-Sí, me gusta. ¿Contento?
-Genial. Sí, gracias.
-Siempre te sales con la tuya... -comento.
-Al contrario que a ti, no me hace falta controlar a la gente.
-Ja, ja.
Me encanta mi hermano, aunque sea un metomentodo. Supongo que me ayudará y no se lo dirá a nadie, pero nunca tu puedes fiar de un vampiro con la capacidad de saber las intenciones de los demás.