martes, 5 de febrero de 2013

Capítulo 3: Derek Brilow

¿Por qué no hay nadie por la calle? Son las seis y media de la tarde y esto parece una ciudad fantasma. Me dirijo al centro de la ciudad, para ver si hay alguna persona paseando por aquí. Si, ya veo las tiendas de ropa y las cafeterías. Hecho un vistazo a las tiendecitas. Todo lo que hay es ropa de invierno, no hay ningún vestido. ¡No hace tanto frío...! Bueno, a lo mejor se debe a que yo tengo la temperatura más alta de lo normal.De todos modos, todavía estamos en verano. Las cafeterías están llenas. Las personas sentadas en los asientos hablan y ríen mientras sujetan en sus manos tazas humeantes. No entro, porque ¿ qué hago yo allí sola y sin hacer nada? No bebo lo mismo que los humanos, aunque sí como comida. Sólo bebo sangre.
Suspiro, y meto las manos en mi chaqueta negra de cuero. Oigo como, a lo lejos, una moto se acerca velozmente. Mi oído agudo es una de las ventajas de ser semivampiro. Cada vez se oye más, y más... hasta que llega el momento en que la moto se para detrás mía
.
  - ¿Puedo ayudarte? - dice el tipo de la moto, con una voz seductora.
  - No, gracias - le respondo, girándome.
  - ¿Estás segura? Nunca te he visto por aquí, debes de ser nueva.
  - Sí, he llegado esta mañana.
Me mira de arriba a bajo, y hace que me sonroje. Me bajo un poco el vestido color turquesa. Se quita el casco, y en su cara aparece una sonrisa. "Joder, qué guapo...", pienso. Tiene el pelo rubio ceniza y los ojos  verdes. Sí, es realmente atractivo.
 - Ah, mi nombre el Derek - dice, de repente, y me tiende la mano.
 - Viveca - le contesto, estrechandosela y controlando mi fuerza para no rompérsela.
 - ¿Viveca? Nunca lo había escuchado. Es un nombre muy bonito.
 - Gracias - Me vuelvo a sonrojar, y otra sonrisa vuelve a aparecer en su rostro.
- Bueno, será mejor que me vaya a casa, está empezando a anochezer.
- ¿Dónde vives? Puedo llevarte, si quieres.
- No, no hace falta. Gracias.
 - Bueno, como quieras. Nos vemos pronto, Viveca.
Se pone el casco y arranca de nuevo la moto. Hasta que no desaparece por las calles de la ciudad, no me muevo de donde estoy. Miro a mi alrededor, asegurándome de que nadie mira, y salgo corriendo a todo velocidad. Esta es otra ventaja de ser semivampiro. Me encanta correr, es como si volara.
Llego a mi casa. Hay dos luces encendidas, una en el piso de arriba y otra en el de abajo. Abro la puerta principal y atravieso la entrada y el salón, hasta llegar a la cocina, en menos de dos segundos.
 - Hola, mamá - digo, y me acerco a darle un beso en la mejilla.
 - ¿Qué tal tu paseo? - me pregunta, mientras cocina unos espaquetis. Son para mí, claro, ellos no comen.
 - Bueno, bien. No había casi nadie por la calle - le digo. No dice nada más, sigue preparándome la cena, y mientras, yo subo a mi habitación a cambiarme. Me tumbo en la cama y cierro los ojos. No sé por qué, pero Derek está presente en mis pensamientos. Pero tengo que sacármelo de la cabeza, no quiero enamorarme de él. Ni de él ni de nadie. Aunque ha habido una cosa positiva: no me he lanzado encima de él. He notado cómo me picaba la garganta, pero no tanto como para matarle. Sonrío ante ese comportamiento, contenta de mí misma, y me pongo mi pijama. Antes de bajar a cenar paso por el estudio, donde mi padre está leyendo un libro de páginas desgastadas; tienen un color amarillo medio marrón que deja claro que tienen más de una década.
 - Hola, princesa - me dice mi padre, sin levantar la vista del libro.
 - Hola, papá - le sonrío y me acerco a él para darle un beso en la mejilla.
 - Ves a cenar, anda. Si no se te enfriará - comenta, devolviéndome la sonrisa.
 Bajo de nuevo a la cocina y me como los espaguetis. Mientras mi madre me observa comer, le pregunto:
- Oye, mamá, ¿Cuando iremos a cazar?
 - ¿Ya tienes sed?
- Bueno, han pasado cinco días desde la última caza, así que... sí.
 - Tienes razón. Iremos mañana, si quieres - me dice, acariciándome la mejilla.
 - Está bien.
Recojo mi plato de la mesa y lo dejo en el fragadero. Entro en el salón y me siento en la banqueta del piano. Hacía tanto que no tocaba... Coloco la mano derecha en las teclas del piano. Quinto dedo La, cuarto dedo Sol sostenido, tercer dedo Mi, segundo dedo Re, primer dedo La. Coloco también los de la mano izquierda y empieza la canción. Esta es mi favorita, "River Flows in Your". Mi madre se sienta en el sofá y observa. Le encanta oírme tocar, dice que le relaja mucho. Cuando acabo esta, empiezo con "Para Elisa", de Beethoven. - Mamá, tengo otra pregunta - le digo después de acabar, levantándome del piano y sentándome a su lado, en el sofá.
 - Dime, cielo.
 - ¿Cuando vendrán Nicole y Ryan?
 - Pues... han lamado esta tarde. Llegarán dentro de una semana, más o menos. ¿Por qué?
 - No, por nada. Los extraño - le respondo.
 - Yo también, Viv.
 - Voy a dormir - me levanto del sofá, bosteando, y le doy un beso.
 - Buenas noches, cariño.
 Entro en mi habitación  y me tumbo en la cama. Me arropo con la sábana, y me quedo dormida antes de que ningún otro pensamiento me venga a la cabeza.

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